martes, 22 de abril de 2014

Uno más.

Ese día Doña Olga se levantó muy temprano para comprar la masa necesaria y prepararles las ricas tortillas a mano que tanto le encantaban a su familia, regresando del molino y ya en su casa mientras una hija suya en un molcajete molía una salsa y el resto de sus hijos se sentaban en la mesa para ir a comer, se empiezan a percatar de que falta uno de ellos, el hermano menor; Ismael.
-¡Listo hijos! ¿Quién falta?
-Falta Ismael Ma’.
-Seguro se levantó temprano y salió –Dijo uno de sus hermanos.
-Yo no lo vi salir –Respondió otro.
-Ni yo –Comentó el tercero.
-Pero… ¿Seguros de que llegó anoche?
-No lo vimos llegar.
-¡Entonces ha de seguir afuera todavía! ¿Qué esperan? ¡Vayan a buscarlo!
Y ahí van todos los hermanos a buscar a Ismael, calle tras calle va y preguntan por él, cuestionan a amigos y vecinos sobre su paradero y no hay nadie quien les pueda decir donde podría estar.
La odisea continuó hasta que lo hallaron, lo hallaron junto a un amigo dormidos en un callejón todavía con la droga en mano. El impacto en una familia tan conservadora como la suya fue enorme.
A partir de entonces, a pesar de los intentos de su madre porque se alejara de las drogas él salía más veces con sus amigos que antes, siempre llegaba peor, más drogado, muriéndose cada vez más. Entre sus padres aumentaban las discusiones  sobre él.
-Te digo, mujer, ya tengo los policías para que lo encierren ¡Mejor encerrado que drogadicto! –Decía su padre.
- ¿Cómo puedes decir eso de tu propio hijo?
-Dime mujer ¿Prefieres que sea un vago? ¿O un drogadicto?
-No debes ser tan duro con él, debemos mostrarle que le queremos, así se calmará.
Y así pasaron los días y los meses, entonces fue cuando Ismael huyó de su casa por un mes, cuando vuelve su madre lo recibe entre apapachos y besos, “Oh hijo, por favor no te vuelvas a ir”.
Tardo unos meses en volver a salir con sus amigos sin embargo volvió a entrar en los vicios, cada vez más seguido salía de su casa por la noche apareciendo días después estando tirado en las calles, de suerte sus hermanos lo hallaban cuando iban al mercado o al cine. Su madre muy desgastada por las escapadas de su hijo y por tener que criar tantos chamacos se iba quedando sin fuerzas.
-Hijo ¿Por qué no dejas las drogas? No te hace bien ¡échale cerebro!
-¿De qué hablas Ma’? Nunca me he drogado.
-¿Y por qué llegas de la calle en tan mal estado? ¡Dile sí a la vida, hijo!
-¿Sabes qué? ¡No tengo porque hablar contigo! Vuelvo en la noche  –Y saliendo de la casa Ismael azotó la puerta.
Los pleitos empeoraban a cada paso y ante tales circunstancias Ismael salió de nuevo en su casa ausentándose durante un año. Cuando se atrevió a volver se madre lo recibió de nuevo con las mejores atenciones, entre buenos modos y cariños parecía que ya no volvería a caer en lo mismo, pasaron seis meses en los que llegó desintoxicarse totalmente pero como la mayoría de historias acerca de drogadictos empezó la re-caída siendo esta mucho peor y más aguda que antaño. Su madre aún conservaba la esperanza de que se recuperara, pero esto parecía alejarse cada vez más, sus hermanos dejaron de hablarle, desaparecía por días enteros.
Cuando la policía empezó a preguntar por él y sus padres se enteraron de que era sospechoso de homicidio su mundo se les vino abajo, al inicio no le creyeron y se negaron a entregar a su hijo. Después vendrían los asaltos, asesinatos en grupo por dinero para la droga y por fin, la huida de hogar.
Durante años no se tuvo contacto con Ismael, hasta que de improviso en su casa se oye un tocar de puertas.
-Toc, toc, toc-
-¿Quién es?
-Soy yo, mamá –Decía una voz trastocada por el dolor.
-¡Hijo! ¿Dónde estuviste todos estos años? –La alegría embargaba a la señora hasta que vio la enorme herida en el brazo de su hijo- Dios santo, ¿Qué ocurrió?
-Eso no importa mamá, ayúdame.
Su madre como puede llamar a un médico mientras ella intenta curar la herida con que llegó su hijo, la sangre escurría por todos lados emanando del brazo semi amputado por la herida de un machete.
-¡Oh mi hijo! ¡Mi pobre hijo! ¿Qué te habrá sucedido en todo este tiempo? –Sollozaba la desconsolada mujer.
-Tú tranquila mamá, todo se arreglará, tú tranquila… -Entonces Ismael pierde la conciencia.
Ya curada la herida su padre se acercó a hablar con él.
-Hijo, quiero decirte algo.
-¿Qué pasa, pa’?
-Vete de la casa, le causas mucho daño a tu madre, ella te ama al igual que yo, pero a  tu madre el amor la ciega ¡Vete hijo, y no vuelvas nunca!
Fingiendo firmeza en la voz y haciendo un esfuerzo descomunal para que no s ele brotaran las lágrimas lo despidió, y en efecto;  se fue por muchos años, solo volvieron a verle en el funeral de su padre. De lejos veía como lo enterraban, como si no le estuviera dando el último adiós solo a él sino a todos. No tuvo tiempo de saldar a su madre ni a sus hermanos que ya casi habían aprendido a olvidar su ausencia.
No volvieron a recordarlo durante mucho tiempo sino hasta lustros después cuando tocando a la puerta les informaron que tenían que identificar un cuerpo.


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