sábado, 24 de mayo de 2014

Nostalgia en el fin de los tiempos.

Un sol agónico se corona como el Rey de los valles del Guélgueto.

-La peor nostalgia es la de las mentiras –Dijo el maestro.
-¿Será la melancolía una falsedad, una mentira, una ficción? –Replicó el aprendiz.

El maestro tomó su dragón y emprendió el vuelo dejando como de costumbre a su aprendiz con más dudas que respuestas. “¿Seremos nosotros también una patraña?” pensó el mentor sabiendo que su mundo moriría, al igual que los siete antiguos reinos de Tarrot.


domingo, 18 de mayo de 2014

Épico.


-Alejandro ¿Qué te pasó en la cara? –Preguntó preocupado Patricio por su amigo tras encontrarlo bebiendo cerveza a raudales en aquel sucio bar de pueblo.
-¿Qué, esto? No es nada, unos golpes nada más –Respondió viendo de reojo púes la hinchazón en su rostro no le permitía voltear.
-No son unos golpes, casi no ves y tu voz es irreconocible, es más, te apuesto que ni siquiera me escuchas bien. 
-¿Qué dices?
-Tenemos que llevarte al doctor Alex, mi camioneta está afuera si gustas podemos…
-No, no, no, ni se te ocurra moverme de aquí. No visitaré a ningún doctor por ahora, ya verás cómo con un poco de pomada se baja la hinchazón.
-Vamos, Alejandro. Cuéntame que sucede.
-No lo haré.
-Lo harás o le contaré a todos lo que sucedió la otra noche en mi cada, ¿Recuerdas a la Lupe?
-Bueno, bueno, ya basta. Te contaré. ¿Recuerdas aquella vez cuando me cacharon con la hermana del primo de mi vecino? Púes ahí empezaron los problemas. Resulta que tras haberme echado esa noche me vine a beber a este mismo bar, estando yo ebrio y sin dinero comencé a apostar y que me agarra la tira.
-¿Cómo se enteraron?
-De seguro había un chismoso.
-O tal vez fue el policía de la entrada.
-¿Dejas de joder y me permites continuar?
-Haz lo que quieras.
-Bueno, como sea. Me metieron al bote y en mi celda había otro preso por asesinato, un tal Jack.
-¿Jack? ¿Jack el de los 300 muertos?
-Sí, sí, ese. Me contó que el Gobernador esconde bajo el edificio municipal ¡40 millones de pesos!
-Y de seguro tú le creíste. 
-Claro, el maldito es un tirano, ¡Canceló los domingos de cerveza gratis! Eso es de Belcebú.
-Vas a empezar con tus tonterías.  Además de ser una estupidez se gastaba la mitad del  presupuesto a programas sociales…
-Di lo que quieras pero jamás se lo perdonaré.
-¡Por ser un maldito alcohólico!
-Dejas de chingar o me voy. Pero antes… ¡Camarero! Unas cervezas para mi compa y para mí que yo invito hoy.
Alejandro y Patricio bebieron por horas entre historias y memorias, intentado separarse un poco de la cruel realidad, como todos algunas veces, hasta que retomaran el asunto.
-Me contabas, Alex, de esos golpes tan culeros. Que te contaron no-se-que cosas en prisión.
-Ah sí, lo de la corrupción. Esa noche llegando a mi casa y tras chutarme unos tequilitas me llené de valor y fui a su casa.
-¿El palacio de gobierno?
-¿Cómo crees? –Dijo riéndose Alejandro- A la casa de su amante en esos departamentos para ricos detrás del cerro.
-Había escuchado mucho de ese lugar pero nunca pensé que fuera cierto.
-¿Cómo de que no? Si todo político tiene de una a tres amantes o amantos, ya ves que con esto de los gustos ya está en chino saber cómo es quien.
-¿Y luego?
-¿Cómo qué y luego qué?
-Sí, después de llegar a su casa, o la casa de su amante… o lo que sea.
-Toqué, entre a la fuerza tirando al suelo a la rubia desnuda de la entrada y le di en su madre al puto por culero.



viernes, 16 de mayo de 2014

Ese maldito poeta.

Se le había acabado el último cigarrillo de la noche a Daglio, con los abarrotes cerrados y un poema a medias la oscuridad se cernía sobre él y le recordaba episodios pasados.

Las nebulosas neblinas de tristeza las dispersó cuando a su mente volvió el recuerdo de la cajetilla que escondía bajo su cafetera, bastante lejos de su esposa y médico, quien le prohibía tales manjares.

Pero ella ya no estaba, él había huido de diez años de matrimonio, alterados por el hecho de no saber si sabía amar, horrorizado por su espantoso rostro; el suyo, que no dejaba de contemplar en los ojos azules que a su olvido aletargaba.

A ella iba su nuevo poema, uno más que va a amores perdidos, otro destinado a dedicarse, a unir como resultado del rompimiento que lo creó. Porque nunca se sabrá del odio despectivo a las arcaicas peticiones de afecto que durarían décadas, comprensión de la mujer que nunca se decidió, resignación por la musa que mucho, desnuda, contempló.

¿Cómo esperaba aquel bastardo amar alguna vez?
¿Estaba la suerte sentimental unida de forma directamente inversa con la calidad literaria?
¿Había erróneamente abandonado ya?

Todo se había ido a la mierda con su chica, con todas, con todos.

Parece a veces que la suerte del escritor inafamado es la de perecer, perecer en el alma, perecer por sus libros, por sus letras, por su obra.

Puede incluso por momentos pensarse que se les ama en lo profundo, en lo oscuro, entre secretos. Y es que tenerles mata, sobre todo a los buenos, porque cuando sucumben matan, asesinan al mundo entero, todos mueren cuando él en el apogeo de su inspiración concede esas sublimes páginas, pocas mujeres soportan el martirio de ser su acompañante, la perpetua por inmortal pareja de uno. Pero aunque no sean los amores perdidos lo que crea a un escritor sucede que estos se revelan casi siempre ante estos actos.

Daglio no acabaría el poema hasta dos o tres probadas a su cigarrillo, cuatro o cinco vistazos a la Luna y cinco o seis vueltas al recuerdo.




lunes, 12 de mayo de 2014

Como esperando a Abril.


  "Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar;
tu corazón, de su profundo sueño
      tal vez despertará;                        
pero mudo y absorto y de rodillas,
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido..., desengáñate:
      ¡así no te querrán!". 

-Gustavo Adolfo Becquer, 
"Volverán las oscuras golondrinas",
 (Fragmento).




La Oreja de Van Gogh resuena cual concierto en mi habitación durante la madrugada en la que cómo muestra de rebeldía contra la vida he decidido postergar mi sueño. Para vencerlo abro mi red social, esa dónde todos avientan sus emociones a diestra y siniestra mientras las palabras, muestras de su inmadurez, se guardan para la eternidad en esa enorme y virtual cápsula del tiempo.
Entro a tu perfil porque sales hermosa en la nueva foto que has subido, pero no busco esa, en cuanto se termina de cargar la página corre el cursor hacia las imágenes en las que te han etiquetado. Empiezo a recordarte.
Clic tras clic tu rostro se rejuvenece; desaparecen tus voluminosos pechos y tu cintura definida, olvídate del maquillaje y el pelo planchado (Yo siempre lo amé cuando lo tenías quebrado, natural), despídete de los efectos que solo opacan y difuminan a lo que tanto amé, ya sin seguidores y comentarios, ya sin todos los afanes de la edad y la belleza, te veo.
3 de Abril de 2011. El único pelo lacio del que me he enamorado. Tu rostro infantil no me atrae, no lo volverá a hacer nunca; pero lo quiero. Mi memoria lo quiere. Cuando se tomó la foto ya no estabas, supongo que pretendía olvidarte ya por esos días asfixiándome con canciones fresas mientras lloraba por un mí sin ti.
Sigo adentrándome en el pasado y empiezo a ver rostros conocidos, amigos que se fueron como tú, o incluso más porque sus recuerdos ya no me mortifican.
Por fin, la escuela. Esos salones pequeños dónde te conocí estando al lado. Quince centímetros de muro que condenarían mi futuro y los intentos para que también fuera el tuyo. ¿Qué tendrán las mujeres mayores aunque la diferencia solo radique en meses?
Llego a la última foto; el dibujo de un arcoíris sujetado por un palillo que lo sostiene una mano. Si se le presta atención a la foto pareciera que la mano va a dejar caer al arcoíris, que el palillo se romperá y la magia del momento morirá. Pero existe la foto. Y por eso vive todavía, a tu lado.
Por segundos pareciera que te deseo en secreto, en las sombras; y es que ya tengo cosas hechas, ya amo a otra persona, el problema es que no eres tú. Durante instantes pretendí darte todo, entregarte el sol, las estrellas y el cosmos entero con la esperanza de satisfacer por una vez en la vida tus deseos. En el momento más álgido de la entrega el mouse se presiona y cambio de imagen a la que tienes ahora, esa mujer tan diferente a la que he creado, y me doy cuenta de que tú estás muerta, tan muerta como el Abril.