Sabía
que era perseguido, más esa noche había decidido dormir, grave error. No
pasarían tres horas corridas de descanso cuando lo asaltara de sorpresa la
presencia lejana pero real del cazador obligándolo a tomar vigilia una vez sabida conservada su
vida al momento. Colocó cual barricada su lecho y se agazapó tras el con rifle
en mano esperando la llegada de quien osaba atormentarlo, es decir, otra noche
de desvelo.
Pasadas
las horas de la Luna y habiendo recuperado su trono el rey Sol, siguió su
camino; él mismo buscaba a alguien.
Caminando por la calle sin parar, identificando los lugares donde encontrar refugio o comida topa por accidente al único ser humano que ha visto desde hace siglos; un anciano decrépito y abandonado tirado en una esquina, presa fácil para el cazador.
Caminando por la calle sin parar, identificando los lugares donde encontrar refugio o comida topa por accidente al único ser humano que ha visto desde hace siglos; un anciano decrépito y abandonado tirado en una esquina, presa fácil para el cazador.
-Hey
viejo –Patea al hombre -¿Tiene comida?
-Deje
de molestar, joven. ¿No ve que ando tomando el sol?
-Ha
de ser usted un muerto de hambre.
-¿Quién
no? Apártate que me dejas en la sombra y déjame morir en paz.
-Lo
que sea.
Le
roba sus pertenecías y cumple sus deseos para después irse, no era mucho; un
par de guantes sucios y agujerados, comida putrefacta y chorritos de agua
sucia. Lo mejor que ha comido en días.
Sigue
caminando entre los viejos edificios tapizados de vidrio desmoronado, amplias
avenidas repletas de carros y autobuses abandonados son el paisaje urbano. No
hay animales, muchos menos humanos, ni hablar de las almas. Puestos de tiendas
saqueados se alzan como los últimos reductos de la civilización.
La
pestilencia era mucho mayor al lado de los departamentos, muchas veces guiado
por tan característico aroma a muerto corrió tratando de encontrar una persona
que estuviese fuera de sus sueños, más al menos deseaba que hubiera tan
siquiera un cadáver a quien honrar. Su primera desilusión la obtuvo hace
bastante tiempo, poco después de acabado el aniquilador paso del destino se
encontró con una mujer joven y bella que
había terminado por cautivar cada uno de sus sentidos con tan solo verla, se
acercó y al no poder llamar su atención decidió esperar a la inmóvil figura, su
pelo negro regado por los suelos generaba lástima tal que creía dentro de él
poder levantarlo y sanearlo, mas prefirió gritar “¡Cuidado con tu pelo, está en
el suelo y se está ensuciando!” a lo cual el pelo de la hermosa estatua
despareció, ante el asombroso hecho continuó vociferando “¡También tus pies y
piernas tocan la tierra, por favor no les causes tal mal!” y como era de
esperarse los pies y piernas desaparecieron, la intriga llenó por completo su
mente y viendo imposible el alcanzarla continuó destruyendo su antiguo deseo. A
partir de ese momento las personas le han dejado de interesar “Son muy
delicadas” piensa.
En
ocasiones a través de sus travesías recuerda cautelosamente las épocas pasadas,
al exjefe extinto que volviose quimera lo salvó del fatal destino de la
Humanidad, si alguien le hubiese comentado días antes que ese viaje a los
Galápagos para apreciar los paisajes que un día contempló Darwin marcarían la
diferencia respecto a su vida no lo hubiera creído, no al menos de la forma que
sucedió. A su mascota Dog; un hermoso
perro pura raza Pastor Alemán, siempre odió a los animales de bolsillo, el
consumismo había vuelto al ser vivo un juguete, no sobrevivirían solos. A su amada,
cuyo aletargado olvido lo condujo a la desesperada búsqueda que hoy continúa;
ella había viajado con él a Los Galápagos, pero tras la pelea no tomó el barco
que a él lo condujo a la terrible visualización de los acontecimientos. Ella
sobrevivió, y todavía vivía. Por ello la espero día y noche en Choloxincuatl,
donde habían vivido sus primeros años de
matrimonio. La gente se cansa de buscar, a veces solo lo hace para poder morir.
-Mi
vida, déjame seguir durmiendo, por favor.
-No,
Eloísa. Me tengo que ir, no soporto más esto.
-Vete,
no me haces falta, y si lo hicieras yo te buscaría.
Desde
entonces ha recordado incansablemente esas últimas palabras, tenía por seguro
que lo estaba buscando, como él a ella, tal vez con más intensidad. El día que
llegó de nuevo a la ciudad y contemplando la devastación que se abría delante de
él guardó en su bolso la efímera rosa que le guardaba para el regreso a la
noche y la habitación. Siempre viaja con ella, puede que haya olvidado que
significa.
La
historia del cazador es muy diferente a
cualquiera que se haya contado sobre persecuciones, él no tenía nada que
ver con quien lo atormentaba, ni siquiera conocía su forma física. Pero conocía
su existencia. Cada vez que la criatura se encontraba cerca de él su cuerpo se
estremecía en escalofríos de lo que identificaba como miedo, miedo del que
huía. Siglos de escapar lo habían cansado, quería morir llevándose a esa
bastarda figura con él.
El
día se oscurecía sin haber hallado alimento, pues refugios hay muchos. Entra con
cuidado por la ventana de una casona en las orillas de la ciudad para pasar la
noche, enciende una fogata dentro de la casa y cocina la carne rancia que robó
al anciano horas atrás. Hierve el agua sucia y la bebe, el maravilloso líquido
escurre por su garganta y siente el latir de la vida, lo que le deprime y lo
envía al improvisado lecho sin comer.
Momentos
antes de cerrar los ojos escucha ruidos detrás de la puerta, risitas de
entusiasmo y susurros atrevidos “¡Es ella!” grita emocionado al momento que
corre abriendo la puerta.
Lo
ve.
Es
visto.
El
cazador lo ha encontrado, él se zambulle en sus ojos y observa su alma. Sabe
que es ella. Llorando abraza a la fiera que incrustado en su corazón tenía la
segunda rosa de la habitación. Ambos mueren. Se aman. Lo saben.
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