domingo, 28 de diciembre de 2014

Aquellas lluviosas noches de Noviembre



La común Novembrina noche con lluvia que tantas almas ha visto perecer recuerda con melancolía suceso tras suceso que a su interior ha acontecido.  Años y años se acumulan en su pensar mientras los días pasan y sus protagonistas desaparecen. Siente sin pesar los anhelos de espera de parejas que sueñan con presenciar el día siguiente, el año nuevo, el fin de la vida. La muerte ocasional de aquel anciano descabritado y triste por la lejana partida de Ella, ansioso del imposible reencuentro. Las plegarias inútiles por pretenciosas. Los amores antiguos por falta de olvido.


La noche pasaba de prisa en ojos de Elena, atrás quedaron machacadas las ilusiones primigenias de la relación que mucho mas allá de beneficiarla la hacía feliz. Aquella noche era mucho más triste que cualquiera de las recientemente vividas, puede que la causa de esta situación recaiga en el solapamiento de la realidad, porque aunque en raras ocasiones ocurre, la felicidad no venía acompañada del bienestar, Elena no estaba bien, su cuerpo desgastado, su alma deshecha y su corazón roto.
Mucho faltaba para acabar con aquel ímpetu aplastante que en la juventud la caracterizó. Años atrás protagonizó cual activista social intensos movimientos, marchas y protestas por tal o cual causa, ahora poco queda de la mujer que fue, debido posiblemente al corruptor acto de amar, amas sin descuido, sin vergüenza o miedo.
Asegurar que fue ese común individuo quien agotó las esperanzas de Elena sería darle mucha importancia. En ningún momento fue intención de ella el sucumbir ante tan delicados elogios, sin embargo se conoce la sutileza del encanto amoroso que retiene sin enclaustrar las almas de los caídos en batalla.
Años y años pasaron hasta el reencuentro personal de Elena consigo misma. Camas, moteles, autobuses, sacrificios, Elena vivió innumerables noches bajo el embrujo del susodicho, arremolinando sus pensamientos bajo el efecto pasivo del opio hormonal. Placebos sobraban que curaran la enfermedad caótica de la férrea amante.
Como extravagante alcanzaría a resumirse el método maligno con que subsistió tan larga eternidad. Malditas sean las almas caritativas que anulan el deseo innato de luchar por el control personal del destino. E inclusive para un ser tan acostumbrado al combate cuerpo a cuerpo le fue opacadora la malignidad de los sucesos acometidos. Elena moría tan brillantemente como había encontrado en brazos ajenos el renacer.
Es en este punto donde la historia de Elena se vuelve borrosa, poco se sabe del complot positivista universal que lleva a la protagonista a acabar con la maldad y salir victoriosa del asunto. Victoriosa a cualquier precio.
Saltamos en este instante hacía varios periodos temporales adelante. La división entre días, meses, años y siglos se vuelve redundante. Todo se ha detenido en el cerebro de Elena, prácticamente nada queda de aquella tan hermosa mujer que antaño sobrepaso extraordinariamente cada problema que su camino quiso estropear. Fuera su culpa o de su pareja poco importa a estas alturas; la muerte siempre viene disfrazada.
¿Pero de que maldita forma escapas cuando eres completa, enteramente feliz? ¿Es posible acaso más que abandonar, olvidar en tan caprichosa ocurrencia amorosa? ¿No sería en todo caso la huída una muestra de verdadero amor?
Sucede en ocasiones que la persona se transmuta y parece ser entonces el momento idílico para la fulminación terrenal de cualquier lazo que a antes existió. Y Elena lo sabía.
Aquella noche tras hacer el amor entre lágrimas y jeringas, y una importante cantidad de lunas después Elena se marchó,  impasible acomodó su equipaje, revisó la hora y en la madrugada de aquel 1º de Noviembre acabó definitivamente con el espectro vivo del amante transmutado.
Llovía intensamente, Elena no había previsto ningún paraguas y el agua le llegaba hasta los talones, sin embargo ella siguió avanzando hasta la estación del metro que la llevaría lejos, muy lejos de su vida pasada, hasta un intrincado pero maravilloso destino.
Para sus adentros pensó:
“Hasta luego, Ulises”
Sin atreverse a decir Adiós. 



viernes, 26 de diciembre de 2014

A doscientos años



Buenas mañanas las que se cargan en ocasiones, bonitos los pájaros que en las puntas de los árboles canturrean canciones inentendibles y que cada uno moldea y da forma, baratas las tristezas y alegrías que se viven cada vez que resulta necesario el sentirlas, fundamental para el acto simple y vital de no dejar pasar los días.

Yo en cambio, ahora enfermo y en cama, sopeso como cualquiera lo que ahora habito, las relaciones con mi novia y mis casquivanías. Las caprichosas formas que las nubes crean a su encuentro con el viento, como yo con ella. Los muertos que en otros países y reinos de imaginación son por no encontrar la paz. La Paz, mucho más que la capital de Baja California Sur es en ocasiones un hecho. Pero no en mi país, en mi país con 60 mil muertos civiles en un año, en mi país que únicamente uno con guerra interna lo supera en escala de violencia, de muertos inocentes donde la paz no se encuentra.

En mi país, no el de los políticos donde todo marcha de maravilla, donde todos ganan miles y miles mensuales, no en el suyo donde la realidad se altera para hacer factible que el motor económico nacional se privatice, y que esto nos haga más ricos, más felices.

En mi país donde se vive amordazado, envilecido, anonadado, sugestionado por los medios de información, donde o son las Águilas o son las Chivas, o es Jenny o es Guzmán en vez de Octavio o Taibo, o letras, o información, o algo.

Donde tenemos la mayor cadena de televisión en el continente, a 8 de los 100 hombres más ricos del mundo, una historia y cultura inmensa... pero no voluntad, carecemos del factor de reacción, parece que la dictadura perfecta logró quitárnoslo, junto con la dignidad o los sueños.

Porque es Estados Unidos, porque es culpa del PRI y el PAN, porque otros no hacen algo, porque el gobierno es una mierda; porque así nos gusta.

Porque ni Estados Unidos es el maldito demonio que nos han vendido, y es que el mexicano ve al rico poderoso y lo mata, o busca hacerlo. Y es que preferimos volver a todos pobres que volvernos ricos, es que nos hemos bajado los pantalones frente a EEUU; cantamos sus canciones, comemos sus productos, amamos sus cantantes inflados y sin talento.

Porque al PRI y al PAN los elegimos nosotros, porque las últimas elecciones si bien impunes fueron por elección popular, ¿Alguien recuerda a los 70 años de priato? ¿Alguien recuerda a los muertos en Chiapas? ¿Alguien olvida los partidos del América? Y por el lado del PAN es lo mismo, y es que dejamos que un partido de oposición se convirtiera en adlater del Partido (con mayúsculas). Pero México, mi México no entiende que son lo mismo, que siempre lo fueron.

Preferimos oír a grupos de Irlandeses o canadienses poperos y amaestrados, resultado de culturas que progresan y sirven para vender, porque si queremos comprar la mierda de otros países por ahí empieza el problema, y es que este no es el solo escucharlos sino la enajenación que causan, la predilección a ir a sus conciertos que exigir nuestros derechos.

Ahora que veo el atardecer desde mi ventana al lado del sillón comprendo que el futuro no nos alcanzara, sino que ya es. Siempre habitamos el futuro aunque no lo manejemos. Ahora mismo veo un corazón, un país entre las brisas, entre un futuro complicado.

No soy la persona indicada para saber hacia dónde nos dirigimos, pero antes de acabar estas palabras ofrezco una advertencia a nuestro pueblo; No siempre es la hora indicada.
Ahora culmino el texto creado, como ojalá terminaran todas las historias; sin un fin y con esperanzas, que aunque infundadas e improductivas me guían, como a muchos a seguir luchando, contra viento y marea para asegurar a largo plazo la salvaguarda de los logros ganados, y que retemble en sus centros la Tierra al sonoro rugir del cañón. 


sábado, 20 de diciembre de 2014

La segunda a la derecha



En noches como esta uno mira al cielo buscando una respuesta, una esperanza y no haya más que estrellas, entes luminosos que se alzan en el cielo como candiles de la oscuridad, como el sitio en que reside el destino.

Allende el infinito mórbido y pequeño de la mente humana se levantan cual dioses las estrellas, aquellas que pasan por el cosmos burlándose de nuestro pesar, riéndose, o tal vez tratando de alertarnos (quién saber cuánto no habrán visto); lástima que su resplandor sea para hombres de antaño, ya le corresponderá a los noctámbulos del futuro entregarnos el mensaje.

Las estrellas, el cosmos, la vida fuera de hogar, el tiempo de crecer y salir a conocer el mundo, conocer a la vida. Es que el hombre llorará como nunca lo ha hecho, todavía somos unos niños deseosos de sufrir y de crecer, que aunque es lo mismo uno es inevitable.

Cómo enfrentarse a las lágrimas eternas de un rival caído, de qué manera sonsacar a Dios, pedirle perdón si siempre estará presente la causa del desastre, testigo de ello son los astros, defensores lejanos de causas perdidas, testigos de ello son también los mensajes perdidos en la inmensidad del vació, la falta de oído al consejo.

Sigo buscando mi respuesta, mi esperanza, mientras me río junto a las estrellas, imagino al primer hombre imaginando a la primera estrella, saludándola y ahora nosotros aquí con el saludo milenario en las manos, alzo la mirada esperando que aún espere una respuesta. Esa es mi esperanza.

La segunda a la derecha, ese es mi destino.


miércoles, 17 de diciembre de 2014

¿Qué será de nosotros?




-Gian, ¿Seremos algún día escritores reconocidos?

-No lo sé, Deme. Todo depende de las letras... Ya ni de nosotros.

-Pienso/sé que intentarlo vale la pena, alguno de nosotros se quedara en el camino, pero viviré/mos en los que no, o eso espero.

-Igual yo...

-De verdad lo deseo, pero deseo tantas cosas... Tantas pequeñas partes en las que se divide mi Esperanza, a lo mejor y alcanza, pero más vale que no a todas.

-Por ahí dicen que la esperanza es lo último que muere... dicen. Y hay que tenerlo bien presente en este oficio.

-¿Y de qué sirve? Si antes muero yo...

-Dejar un legado. No ser olvidado.

-Eso se cree, mas nadie lo sabe.

-¿Pero y sí? La escritura es como el amor. Sublime, raro, pocos lo saben domar, pocos saben dejar su vida en las letras. Pocos se arriesgan, mejor dicho.

-No siempre resulta bien, muchas veces mueren, o peor, se olvidan.

-Pero renacen... Como el amor mismo.

-Tras de ellos, que incomprendidos momentáneamente se desgastan en páginas, hojas que nunca ven la luz del día, pero renacen, suerte se necesita para no ser prematuro y morir.

-Lindas palabras.

-Es un oficio peligroso, pero la grandeza consiste en arriesgarse, y muchos lo hacen, y más lo intentan, mas como los sueños, aun estando en la cima se despierta, y cae, y se entierra.

-Tienes tu respuesta.

-Yo la amo ¿Sabes?

-¿La literatura?, ¿Eli?

-Ambas son tan idénticas. Te engalan, te drogan y seducen, mas nunca te pertenecen, pues cuanto más las retienes más se quieren ir, mas anhelan desconocidamente la libertad.

-Ay, las musas... El escritor nunca debe de quedarse con una sola musa. Debe de cambiarlas. Su musa es su escritura. Es su literatura.

-¿Pero qué haces cuando la necesitas? ¿Qué haces cuando es tan vital la necesidad de su presencia? ¿Qué haces cuando tan tuya se ha vuelto que al marcharse te mata a ti a través de la obra que le has levantado? ¿Y cuándo le sucede lo mismo? ¿Y cuándo es inevitable?

-¿Probar con las ferias emocionales? Digo, te relajan la angustia del amor constante.

-No la conoces, todo es feria, ¡Orgia emocional con ella!

-¿Ella es tu amor platónico en el sentido estricto de la palabra?

-¿Qué se yo más que escribir?...