lunes, 12 de mayo de 2014

Fiesta.



Es la mañana del sábado, te despiertas, te quedas meditando un rato y deciden levantarte y prepararte un desayuno, te diriges a la cocina y te preparas un emparedado,  notas algo raro: hay una mancha roja recorriendo la mitad de la cocina, te hincas para limpiarla y te das cuenta de que se dirige a algún lugar, la sigues y caes en la cuenta de lo que significa, evitas preocuparte mientras degustas tu desayuno, vas a darte un baño mientras piensas como solucionar el gravísimo problema en el que te has metido, ellos no tardarán en llegar y para eso debe estar impecable toda la casa, no puedes darte el lujo de que sospechen, no otra vez. Terminas de darte el baño y te dispones a cambiarte, elijes cuidadosamente la tu ropa, eres psicólogo y sabes lo que podría significar cada tipo de vestido a ojos de un experto, después de una incesante sacadera de prendas te decides por unos jeans y una camisa color azul cielo, nada pretencioso te colocas los accesorios familiares que desde la noche anterior te pertenecen te perfumas y peinas, tiendes tu cama y acabas arreglando todo tu cuarto, dirigiéndote a la sala de estar te acuerdas de la mancha de sangre que habías encontrado unas horas antes y la limpias, todo está perfecto para cuando lleguen los invitados, miras a tu alrededor y te preocupas; falta algo, para tranquilizarte pones música y empiezas a leer de nuevo uno de tus libros favoritos: “El Perfume”, rápidamente te identificas con el personaje y al ritmo interminable de la 9ª sinfonía de Beethoven logras acabar con esos nervios que desde la mañana te venían acosando. Empiezas a preparar lo que vendrá siendo la comida de esta tarde, vas sacando los ingredientes, será algo con bastante carne, que tus invitados se la pasen bien, eso es lo que quieres lograr, empiezas a recordar porque lo haces, sonríes, no vale la pena pensar en esas cosas, tu infancia ya fue muy traumática como para recordar lo que te haya pasado,  imaginas recordar ese odio ficticio que tuviste contra todo el mundo, culpándolo por lo que te sucedió, como si hubieran tenido la culpa, años después comprenderías que el vengarte de todo el mundo no aliviaría ese martirió que era el tener que seguir respirando el resto de tu vida, así que en un arranque inextinguible de odio y rencor decidiste seguir con tu plan, a una escala mucho más reducida, claro.  Qué curioso, a pesar de saber que tarde o temprano tendrán que acabar contigo eres feliz, feliz en cierta forma, feliz de un modo que solo tú eres capaz de entender, si te has auto-salvado del suicidio es por eso, por tu gran y bondadosa felicidad que quieres compartir con todas tus personas cercanas, conocidos, amigos, para demostrarles que ya no eres la persona que fuiste, que has cambiado. Terminas de preparar la comida, pones la mesa y te sientas a esperar, pasan las horas y tú impasible en tu asiento hasta que tocan a la puerta, sin prisa vas a ver quién es, los invitados han llegado, los haces pasar, entran y se sientan en las sillas. Rostros que hace años no habías visto reunidos allí, los saludas a todos fingiendo una gran sonrisa, comen, charlan, ven la televisión, todo parece ir de maravilla cuando sientes una curiosa viscosidad en el suelo, cuidadosamente bajas la mirada y observas con verdadero pavor lo que está sucediendo; el chorro de sangra que creíste haber limpiado ha vuelto, razonas, sabes a ciencia cierta que ha llegado el momento, silenciosamente te deslizas hasta la puerta y la cierras con llave, nadie podrá salir. Coges el rifle que recelosamente habías guardado la noche anterior, todos se te quedan mirando, pobres infelices, sin más empiezas a disparar a una velocidad impresionante, a la velocidad de alguien que ha pasado años planeando el momento. Una vez acabado el trabajo vuelves a sonreír, recoges los cuerpos y los llevas al cuarto que tienes en el fondo del pasillo, los colocas sobre los que ya se encontraban ahí y pones debajo de la puerta varios trapos, la sangré no se volverá a escurrir, agarras tu agenda telefónica y al ritmo de la 9ª sinfonía revisas los números de las personas que invitarás a una reunión el día de mañana.








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