domingo, 18 de mayo de 2014

Épico.


-Alejandro ¿Qué te pasó en la cara? –Preguntó preocupado Patricio por su amigo tras encontrarlo bebiendo cerveza a raudales en aquel sucio bar de pueblo.
-¿Qué, esto? No es nada, unos golpes nada más –Respondió viendo de reojo púes la hinchazón en su rostro no le permitía voltear.
-No son unos golpes, casi no ves y tu voz es irreconocible, es más, te apuesto que ni siquiera me escuchas bien. 
-¿Qué dices?
-Tenemos que llevarte al doctor Alex, mi camioneta está afuera si gustas podemos…
-No, no, no, ni se te ocurra moverme de aquí. No visitaré a ningún doctor por ahora, ya verás cómo con un poco de pomada se baja la hinchazón.
-Vamos, Alejandro. Cuéntame que sucede.
-No lo haré.
-Lo harás o le contaré a todos lo que sucedió la otra noche en mi cada, ¿Recuerdas a la Lupe?
-Bueno, bueno, ya basta. Te contaré. ¿Recuerdas aquella vez cuando me cacharon con la hermana del primo de mi vecino? Púes ahí empezaron los problemas. Resulta que tras haberme echado esa noche me vine a beber a este mismo bar, estando yo ebrio y sin dinero comencé a apostar y que me agarra la tira.
-¿Cómo se enteraron?
-De seguro había un chismoso.
-O tal vez fue el policía de la entrada.
-¿Dejas de joder y me permites continuar?
-Haz lo que quieras.
-Bueno, como sea. Me metieron al bote y en mi celda había otro preso por asesinato, un tal Jack.
-¿Jack? ¿Jack el de los 300 muertos?
-Sí, sí, ese. Me contó que el Gobernador esconde bajo el edificio municipal ¡40 millones de pesos!
-Y de seguro tú le creíste. 
-Claro, el maldito es un tirano, ¡Canceló los domingos de cerveza gratis! Eso es de Belcebú.
-Vas a empezar con tus tonterías.  Además de ser una estupidez se gastaba la mitad del  presupuesto a programas sociales…
-Di lo que quieras pero jamás se lo perdonaré.
-¡Por ser un maldito alcohólico!
-Dejas de chingar o me voy. Pero antes… ¡Camarero! Unas cervezas para mi compa y para mí que yo invito hoy.
Alejandro y Patricio bebieron por horas entre historias y memorias, intentado separarse un poco de la cruel realidad, como todos algunas veces, hasta que retomaran el asunto.
-Me contabas, Alex, de esos golpes tan culeros. Que te contaron no-se-que cosas en prisión.
-Ah sí, lo de la corrupción. Esa noche llegando a mi casa y tras chutarme unos tequilitas me llené de valor y fui a su casa.
-¿El palacio de gobierno?
-¿Cómo crees? –Dijo riéndose Alejandro- A la casa de su amante en esos departamentos para ricos detrás del cerro.
-Había escuchado mucho de ese lugar pero nunca pensé que fuera cierto.
-¿Cómo de que no? Si todo político tiene de una a tres amantes o amantos, ya ves que con esto de los gustos ya está en chino saber cómo es quien.
-¿Y luego?
-¿Cómo qué y luego qué?
-Sí, después de llegar a su casa, o la casa de su amante… o lo que sea.
-Toqué, entre a la fuerza tirando al suelo a la rubia desnuda de la entrada y le di en su madre al puto por culero.



No hay comentarios:

Publicar un comentario