"Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar;
tu corazón, de su profundo sueño
tal vez despertará;
pero mudo y absorto y de rodillas,
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido..., desengáñate:
¡así no te querrán!".
-Gustavo Adolfo Becquer,
"Volverán las oscuras golondrinas",
(Fragmento).
La Oreja de Van Gogh resuena cual concierto en mi
habitación durante la madrugada en la que cómo muestra de rebeldía contra la
vida he decidido postergar mi sueño. Para vencerlo abro mi red social, esa
dónde todos avientan sus emociones a diestra y siniestra mientras las palabras,
muestras de su inmadurez, se guardan para la eternidad en esa enorme y virtual
cápsula del tiempo.
Entro a tu perfil porque sales hermosa en la nueva foto
que has subido, pero no busco esa, en cuanto se termina de cargar la página
corre el cursor hacia las imágenes en las que te han etiquetado. Empiezo a
recordarte.
Clic tras clic tu rostro se rejuvenece; desaparecen tus
voluminosos pechos y tu cintura definida, olvídate del maquillaje y el pelo
planchado (Yo siempre lo amé cuando lo tenías quebrado, natural), despídete de
los efectos que solo opacan y difuminan a lo que tanto amé, ya sin seguidores y
comentarios, ya sin todos los afanes de la edad y la belleza, te veo.
3 de Abril de 2011. El único pelo lacio del que me he
enamorado. Tu rostro infantil no me atrae, no lo volverá a hacer nunca; pero lo
quiero. Mi memoria lo quiere. Cuando se tomó la foto ya no estabas, supongo que
pretendía olvidarte ya por esos días asfixiándome con canciones fresas mientras
lloraba por un mí sin ti.
Sigo adentrándome en el pasado y empiezo a ver rostros
conocidos, amigos que se fueron como tú, o incluso más porque sus recuerdos ya
no me mortifican.
Por fin, la escuela. Esos salones pequeños dónde te
conocí estando al lado. Quince centímetros de muro que condenarían mi futuro y
los intentos para que también fuera el tuyo. ¿Qué tendrán las mujeres mayores
aunque la diferencia solo radique en meses?
Llego a la última foto; el dibujo de un arcoíris sujetado
por un palillo que lo sostiene una mano. Si se le presta atención a la foto
pareciera que la mano va a dejar caer al arcoíris, que el palillo se romperá y
la magia del momento morirá. Pero existe la foto. Y por eso vive todavía, a tu
lado.
Por segundos pareciera que te deseo en secreto, en las
sombras; y es que ya tengo cosas hechas, ya amo a otra persona, el problema es
que no eres tú. Durante instantes pretendí darte todo, entregarte el sol, las
estrellas y el cosmos entero con la esperanza de satisfacer por una vez en la
vida tus deseos. En el momento más álgido de la entrega el mouse se presiona y
cambio de imagen a la que tienes ahora, esa mujer tan diferente a la que he
creado, y me doy cuenta de que tú estás muerta, tan muerta como el Abril.
No hay comentarios:
Publicar un comentario