-Buenos chicos, son estos, -Decía la profesora Openheimer
as sus alumnos de la Escuela Primaria “Andrés Gutiérrez” ubicada en el pequeño
poblado de Choloxincuatl- Como podrán observar estos productos en estado fetal
y embrionario no lograron terminar su proceso de formación, esto derivado de…
La mayoría de los alumnos observaban con desconcierto e
incluso con miedo a los productos en sus distintas fases de crecimiento sin
siquiera prestar atención a la maestra que incluyó en su programa de estudios
los viajes a los museos, ese era el primero y las cosas ya empezaban a salir
mal.
-¡Pero maestra! ¿Cómo le hacen para entrar ahí? –Preguntó
Miguelito, el más pequeño de sus compañeros.
-Después de que la madre… amm deshecha los productos
ellos son traídos aquí y metidos en estos frascos con poderosísimos ácidos,
luego se exponen –Dijo Ramoncito, el sabelotodo de la clase.
-¡Claro que no…!
-Pues a mí me
dijeron que…
-¡Yo creía…!
Empezaron a replicar absolutamente todos los niños de la
clase, a excepción de uno, Hectorcito. Aislado y solitario Hectorcito
permanecía allí, indiferente, observando las extensas colecciones del museo, y
no dejó de hacerlo hasta el regreso a la escuela.
Cuando llegó la hora del regreso los niños que no sufrieron nauseas quedaron sumamente
satisfechos, a excepción de Hectorcito que aparentaba más soledad y tristeza
que de costumbre.
Desgraciadamente a los funcionarios escolares la idea de
enviar un aviso acerca de la visita no les cruzó por la cabeza. Al llegar la
madre de Hectorcito y enterarse del propósito del viaje le platicó algo de lo
que poco se sabría después.
Su casa era un lugar lúgubre, de aspecto gótico, parecía
una mazmorra más que cualquier otra cosa. Esa noche se enteraría de boca de su
madre la verdad acerca de su pasado. No dormiría nada bien.
Al día siguiente, un Domingo, con todos los locales
cerrados, al igual que los restaurantes y los museos ocurrió lo impensable;
Hectorcito había desaparecido, su madre sumamente preocupada llamó al 080 y por
ser cliente frecuente en el mismo momento de la denuncia se levantó un acta por
posible secuestro por parte de su ex esposo, que era también un ex convicto,
trataron de localizarlo y nada, la búsqueda siguió y siguió durante todo el día
y la noche. La noticia corrió por todo el pueblo, los que tenían cariño
apoyaron en la búsqueda, mientras los que no se quedaron es sus casas esperando
una respuesta, Hectorcito era un personaje muy apreciado en Choloxincuatl.
A la mañana de aquel Lunes otra escuela que había llegado
al museo encontró junto al estante vació de los fetos que ahora formaban la
palabra “Hermanos” a Hectorcito el esquizofrénico que yacía tirado, pegado,
deshecho en el suelo por los ácidos.
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