Había una vez un pueblo muy, muy lejano, un pueblo que se
escondía pasando los cerros que se difuminan en el horizonte. Resultase que en
ese pueblo, de nombre Choloxincuatl, habitó hace muchos años un niño llamado
Paco.
Paco era muy travieso, su pasatiempo era tomarle el pelo
a todos sus vecinos y amigos, se pasa el día haciendo broma tras broma,
molestando y jalándole el pelo a la niñas; Paco era imparable.
Un buen día, vayan
ustedes a saber bajo qué inspiración, decidió hacer la broma más grande de
todos los tiempos; conseguiría unos zapatos inmensos y se haría pasar por Pie
Grande.
Una por una fue marcando las pisadas por todo el pueblo
una vez que el sol se fue a dormir, tardó toda la noche pero a la mañana
siguiente era indudable que el monstruo los visitó mientras dormían. Cuando
Paco se levantó por la mañana se sorprendió al darse cuenta de que su plan
resultó a la perfección, todos habían salido a ver las increíbles huellas que
aparecieron frente a sus hogares, poco a poco se volvieron atracciones tan
exóticas que no tardaron en venir ciudadanos no solo de otras ciudades sino
hasta de otros países.
El único problema es que con tanto barullo al respecto el
verdadero Pie Grande, ante tales habladurías hacia su persona lo único que hizo
fue levantarse y destruir el pequeño pueblo de un pisotón, luego volvió a su
hogar en las montañas a dormir; su vida era sencilla, no quería distracciones,
solo una buena siesta.
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