sábado, 20 de diciembre de 2014

La segunda a la derecha



En noches como esta uno mira al cielo buscando una respuesta, una esperanza y no haya más que estrellas, entes luminosos que se alzan en el cielo como candiles de la oscuridad, como el sitio en que reside el destino.

Allende el infinito mórbido y pequeño de la mente humana se levantan cual dioses las estrellas, aquellas que pasan por el cosmos burlándose de nuestro pesar, riéndose, o tal vez tratando de alertarnos (quién saber cuánto no habrán visto); lástima que su resplandor sea para hombres de antaño, ya le corresponderá a los noctámbulos del futuro entregarnos el mensaje.

Las estrellas, el cosmos, la vida fuera de hogar, el tiempo de crecer y salir a conocer el mundo, conocer a la vida. Es que el hombre llorará como nunca lo ha hecho, todavía somos unos niños deseosos de sufrir y de crecer, que aunque es lo mismo uno es inevitable.

Cómo enfrentarse a las lágrimas eternas de un rival caído, de qué manera sonsacar a Dios, pedirle perdón si siempre estará presente la causa del desastre, testigo de ello son los astros, defensores lejanos de causas perdidas, testigos de ello son también los mensajes perdidos en la inmensidad del vació, la falta de oído al consejo.

Sigo buscando mi respuesta, mi esperanza, mientras me río junto a las estrellas, imagino al primer hombre imaginando a la primera estrella, saludándola y ahora nosotros aquí con el saludo milenario en las manos, alzo la mirada esperando que aún espere una respuesta. Esa es mi esperanza.

La segunda a la derecha, ese es mi destino.


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