En el libro El
cálculo de Dios Robert J. Sawyer desarrolla una teoría a partir de la cual se plantea que una
civilización, sea cual sea, terrestre o alienígena, tras abandonar las
comunicaciones vía radiofrecuencia llega a un estadio tecnológico-social tan
avanzado que no requiere del cuerpo físico para desarrollarse, por lo que
transfieren la conciencia de su especie a memorias digitales, tal es el caso
que durante el resto de la novela son desenvueltas varias suposiciones respecto
a esta transición entre el ente biológico y el electrónico.
En uno de sus múltiples videos en Youtube, Michio Kaku,
eminente teólogo de la teoría de las cuerdas, echa una perorata de quince
minutos sobre el futuro del ser humano, habla acerca de los viajes espaciales, el
cambio climático, la superpoblación y demás cosas que solo a los científicos
les interesa, yo, como buen perdedor de tiempo que soy terminé en una noche con
poco menos de un tercio de los videos en su canal, incluyendo ese. Durante los
primeros diez minutos no parecía contener nada más interesante que comprar una
revista de los ecologistas radicales hasta que narró un muy reciente
planteamiento acerca de la probable evolución de la raza en un futuro;
supuestamente la historia de la civilización se divide en cuatro etapas, la
primera es la más primitiva, donde las regiones terrestres están divididas y
cada una tiene un gobierno propio, has varias culturas y religiones diferentes
que contantemente entran en pugna, etc.; la segunda es cuando existe un
gobierno mundial, se caracteriza por el total aprovechamiento de la energía
terrestre; después viene la etapa solar, donde se utiliza toda la energía del
Sol y la especia se ha expandido por su sistema solar; las características del
estadio final es almacenar la energía total de la galaxia, aparte de habitar
más de un sistema solar. Como se habrán percatado nuestra sociedad no cumple
con los requisitos para pasar de ser seres socialmente primitivos, no obstante
Michio apunta a un detalle fundamental dentro de esta teoría, sabremos que
estamos preparados para pasar de la primera a la segunda etapa en el momento en
que el Radio deje de ser útil.
Durante la Segunda Guerra Mundial los sistemas de
comunicación por radiofrecuencia fueron vitales para el desempeño de ambos
bandos, sin embargo su debilidad recaía en la facilidad de su intercepción,
para proteger las órdenes militares de los espías rivales se crearon máquinas
encriptadoras como Púrpura, Enigma y muchas otras. Los japoneses
crearon un cuerpo especial de soldados que antes de la guerra habían estudiado
en E.E.U.U. y conocían a la perfección el idioma inglés, con todo y los
modismos tan usuales en ese tiempo, gracias a esto podían descifrar el
movimiento de las tropas en el Océano Pacífico e incluso ordenar a los gringos
el ataque contra posiciones ocupadas por ellos mismos. No obstante los
estadounidenses no tardarían mucho en darse cuenta de que sus comunicaciones
habían sido infiltradas, pero ¿Cómo solucionarlo? La solución sigue siendo,
hasta nuestros días, sorprendente; utilizaron indios Navajo para que, en su
idioma, se reestablecieran sus operaciones con los aliados.
A partir de 1977 fueron lanzadas al espacio exterior una
serie de sondas espaciales denominadas Voyager
cuyo objetivo es aportar información relacionada con los planetas exteriores de
nuestro sistema solar vía ondas de radio. Junto con toda la multitud de
aparatos diseñados para esa labor se agregó un disco de oro el cual tenía
grabada en la superficie la ubicación de nuestro sistema solar, aparte de
saludos en más de cincuenta y cinco idiomas, sonidos de nuestro planeta,
muestras de nuestra civilización, una cápsula del tiempo y ¿Por qué no? Nuestra
inmortalidad. La misma sonda emite radiofrecuencias al espacio exterior con la
esperanza de ser encontrados algún día.
El último sonido almacenado en tales sondas es un saludo
en Esperanto que reza así: “Nos esforzamos por vivir en paz con todos los
pueblos del mundo, del cosmos”, junto con los latidos de un corazón.
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